domingo, 24 de marzo de 2013

Ejercicio clase. Descripción lugar con requisitos.


La dulce brisa es tan fuerte que me rompe los sentidos casi ciegos. Las  mudas calles almacenan las  historias, tan gritonas, que nunca se cuentan igual. Y tú… tú estás tan lejos que eso es lo que me hace disfrutar. Bueno, eso y la opinión del sulfuroso mariscal, que nunca le gustó esto.

La suave temperatura a la que mi áspero cuerpo empieza a funcionar es justo a la que este silencioso pueblo empieza a arder. Parece como si llevara banda sonora. Como si todos los olorosos pescadores de sueños que veo, estuvieran puestos para mi.  

A mi espalda, salada por el mar, luce el frío techo del mundo rascando la brillante barriga de las nubes descompuestas por el viento raso, fruto de las idas y venidas, antojo de la sabrosa climatología, orgullo de la amarga presión. Lugar desde donde se ve romper las olas, tan picantes, que el mar empieza a quemar a ritmo de Harper.

El mar irradia felicidad. La montaña se la roba, y en el medio yo.

Este es el ronco ritmo de aquí. 
Este es mi ciclo vital.

Ejercicio clase. Descripción profesor ideal.


- Cuando tu edad sea tan grata de brindarte sabiduría y quitarte la impaciencia y el mal hacer, empezaremos a negociar. – Le dijo el director al pretendiente.- No creas que el uso de diapositivas te abrirá puertas en un futuro. Tan solo has de saber comunicar y manejar con suficiente soltura y gratuidad el tema del que vas a hablar.
Sí, he dicho bien: gratuidad.
Aquellos alumnos a los que estés enseñando no se merecen que te calles nada, que les hagas pagar por tus conocimientos, pues todo lo tuyo ha de ser de ellos, si recelos ni discusiones, ni derechos de admisión ni de autor.
Aquí no has venido a hacer amigos, si no a curar cerebros, a sanarlos, a descontaminar todo el área atestada de residuos mediante tu creatividad, originalidad y personalidad. ¡Olvida que tienes un libro delante! ¡Olvida que hay muchos detrás! Haz el amor con el contenido y haz disfrutar al auditorio, como si fueran los alumnos quienes estuvieran impartiendo esa clase.
Como si cada clase fuera la clase de tus sueños. La clase de sus sueños.
Si sabes hacer todo eso, cierra la puerta por fuera y comienza a demostrarlo.- Dijo el director mientras giró su silla 180 grados y así dejar de verle.
- Vaya, veo que sigues aquí – Dijo de nuevo al volver a su posición original y descubrir al maestro aún presente.- Entonces no desistas. La práctica te dará la soltura.
 Sigue luchando. Recuerda que no estás sólo en esa clase. Recuerda que un día fuiste tú el que estaba al otro lado del cristal.

Ejercicio clase. Muerte.


Yo mismo empezaba a sospechar de mi vecina días antes de verme así como me veo. Pareciera como si acabara de despegar en un viaje astral, donde abandono mi cuerpo para empezar a sentir experiencias surrealistas. No le quise abrir la puerta cuando venía de comprar porque yo iba más cargado que ella y no estaba por la labor de retroceder mis pasos cargado con las cajas de vasos y platos que acababa de comprar, pero claro, no me imaginaba que ella fuera tan rencorosa y lo pagase de esta manera.
Todavía soy capaz de recordar sus tacones alejándose por el salón hacia la entrada, guardando el pela-patatas y el pimentero en su bolso de retales mientras limpiaba los restos de sangre con un pañito de ganchillo que cogió del brazo derecho de mi sofá. Justo debajo del mando a distancia.
He de decir que el método utilizado en mi propio asesinato me entusiasmó. Jamás imaginé que dos utensilios de cocina, aparentemente incompatibles, funcionarían tan bien y sobre todo tan bien conjugados como ella lo supo hacer. ¡Qué creatividad!.
La policía entro barriendo todo a su paso. Incluso el fiscal se atrevió a guardarme unos calzoncillos que se me habían caído camino del tendedero, justo cuando me “salpimentaron”, mientras decía con desesperación:
- ¡Jesús, qué desorden!

Relato a partir de Fotografía

A continuación adjunto el relato a partir de una foto de uno de nuestros compañeros.
El relato en esencia se encuentra al final, el último gran párrafo. Lo previo es tan solo una introducción, para darle un poco de emoción a la propia descripción:

FOTOGRAFÍAME EL PASADO


- ¿Estás preparado? – Dijo Ana desde el otro lado del biombo
- ¡Sí! Pero…¿y tú? – Preguntó Carlos, delante de la cámara de fotos, inmóvil.
- Sí, voy, ¡ya me queda nada!

Esas fueron las últimas palabras que salieron de su boca antes de aparecer desde el cambiador, justo detrás del biombo con una foto de Nueva York de los años 20; de esas que aparecen partidas en tantas fotos como hojas tenga el separador.

- Perdona, pero acabo de llegar de clase y la cosa se me ha complicado un poco
- No pasa nada, si mis prisas son por ti, porque te veo agobiada y me agobias a mi pensando que no llego yo tampoco y, ¡es que soy yo el que no tiene que llegar a ningún lado porque ya está donde tiene que estar! No sé si me explico...
- Bueno, te entiendo por los años que llevamos juntos, no por tu facilidad de palabra, cariño.
- Bien, pues si no te molesta, vamos a trabajar por favor.
- ¡Claro! Para eso hemos venido aquí.

Ella, sirviéndose un café de cápsulas, tiene el tiempo justo para poner el último disco de Art Tylor antes de que la magia de George Clooney haga rebosar la taza sin que nadie vigile.

- ¿Y qué es lo que tenemos para hoy? – Pregunta el fotógrafo mientras retoca luces.
- La improvisación del mes
- ¡Me encanta este trabajo!
- ¿Coloco la foto entonces?
- Sí, sí, sin miedo.
- ¡Muy bien!

Mientras suena la trompeta que acompaña el groove de Tylor, Carlos comienza a soñar…

- ¡Dios, creo que lo tengo! Aparecen, tras las puertas de quirófano, tres médicos, dos enfermeras y un señor con un megáfono. Todos de verde excepto el último, de amarillo miope, que va anunciando a bombo y platillo: “48 cm de longitud, dos kilos ochocientos gramos, dos manos, dos pies y ¡pendientes! ¡Nació con pendientes! Por favor, ¿quién de los aquí presentes esperaba unos pendientes?”
Desde el momento en que la familia del niño contrabajista que estaba en el pasillo levantó la mano, un gran foco de luz les acompaña desde vete tú a saber dónde. Pero muy brillante.
Le acompañó la fortuna en la infancia, ya que en las competiciones de imaginación nadie le ganaba, excepto su amiga imaginaria, con la que se enfadaba a menudo (todos creemos que fue eso lo que convenció al jurado).
Digamos que su media infancia transcurrió como la de cualquier niño normal, dando conciertos de arpa y serrucho, llenando teatros y escenarios de medio mundo mientras enseñaba a sus abuelos a leer en los descansos.
De vez en cuando recibía alguna llamada estresante desde la sala de lactancia, donde el teléfono rojo ardía junto a pezoneras por estrenar a la hora de la siesta. Mientras, los padres de las criaturas mataban su tiempo y gastaban el de sus hijos jugándose la vida a la ruleta rusa con balas de goma para ver a quién le tocaba dormir a los pequeños en un centro comercial.
Pero, cuando de verdad sentó las bases de lo que es, fue hace un par de años, en el congreso que daba en Munich sobre Motivación Emocional, donde le regalaron la matrícula de sus quintos estudios universitarios gracias a su excelente ponencia. Desde ese día, es otra. Ha dejado sus éxitos musicales, el mundo de la moda y la columna en el dominical debido a su ajetreada vida entre la facultad y su estudio de fotografía, donde descompone vidas ajenas con el único propósito de enmendar los errores del pasado. ¿O me equivoco, Anita?

En ese momento Carlos lanzó la más poderosa de sus miradas cargada de fuego y complicidad, sabiendo a ciencia cierta que la persona de la fotografía era quien tenía justo en frente.

- No, no te equivocas, sólo quería saber si no habías perdido facultades, que me tienes un poco preocupada.
- Como podrás comprobar, sigo dando en el clavo, así que dejemos de fotografiar tu pasado, que a este paso, lo vamos a velar.



Tarea 3. Taxi para las estrellas


Una noche el taxista Compagnoni Peppino, de Milán, terminado su turno de servicio, iba conduciendo despacito para llevar el vehículo automóvil de tamaño pequeño o mediano, destinado al transporte de personas y con capacidad no superior a nueve plazas al garaje, abajo, por la zona de Porta Genova. No se sentía demasiado contento porque había hecho pocas carreras y tuvo más de una persona que utiliza con asiduidad los servicios de un profesional o empresa caprichoso, incluyendo a una señora que le había hecho esperar cuarenta y ocho minutos fuera de una tienda; además el guardia le había puesto una sanción administrativa o penal que consiste en la obligación de pagar una cantidad determinada de dinero. Por eso, mientras iba a aparcar, miraba a los transeúntes. Y en esto un señor le hace una señal.
—¡Taxi, taxi!
—Entre, señor —Compagnoni Peppino frenó rápidamente—. Pero voy hacia abajo, hacia Porta Genova, ¿le viene bien?
—Vaya donde quiera, pero deprisa.
—No, mire, iremos donde usted quiera, no faltaría más. Siempre que no se salga demasiado de mi jornada de un lugar a otro.
—¡De acuerdo! ¡Póngalo en marcha y siga!
—De acuerdo, señor.
Compagnoni Peppino apretó la palanca que pone en movimiento un mecanismo oprimiéndola con el pie del acelerador. Pero mientras tanto observaba al pasajero por el espejo retrovisor. Qué tipo: «Vaya donde quiera, siga siempre adelante...» La cara se le veía poco, medio oculta por el cuello del abrigo y el ala del sombrero. «Uy —pensaba el Peppino—, ¿no será un ladrón? Voy a fijarme en si nos persigue alguien... »
No, parece que no. Ni especie de caja o cofre pequeño de cuero, lona u otras materias, que sirve para guardar en viajes o traslados ropa u otras cosas y se puede llevar a mano, ni bolsa. Sólo un paquetito. Vaya, ahora lo abre. A saber lo que lleva dentro... ¿Qué puede ser eso? Casi parece un trozo de chocolate. Exacto, chocolate azul, ¿desde cuándo hay chocolate azul? Pero él se lo come... Bueno, hay gustos para todo. Animo Peppino, que ya casi hemos llegado... ¡Eh! pero... pero, ¿qué es esto? ¿Qué pasa? Eh, ¿qué hace usted?, ¿qué está tramando...?»

jueves, 21 de marzo de 2013

Tarea 2, Final 3.

Cuando se descubrió la cara comprobasteis que el que se escondía bajo el pasamontañas ¡eras tú mismo!
Todos vuestros compañeros, incluso tú, os llevásteis una gran sorpresa a la par que incomprensible.
- ¿Cómo es posible que estés allí y aquí? - te decían tus compañeros.
- ¡No lo sé! ¡Es imposible! ¡Vosotros me estáis viendo!
- ¿Nos has estado engañando todo este tiempo?
- ¡No, no, no! ¡De verdad!
Tus compañeros no te creen. Pero realmente, tanto tú como yo, el que narra esta historia, sabemos que no es verdad, que tú no has engañado a nadie y que realmente no es culpa tuya aparecer en dos lugares al mismo tiempo. Todo es fruto de la empatía.
Lo único que estás haciendo es ponerte en la piel de la persona a la que habéis capturado. Te intentas sentir como él para poder entender qué es lo que le está pasando por la cabeza; pero ese sentimiento es tan fuerte que atraviesa la barrera espacio-tiempo y es capaz de hacerse visible.
Has sido tú quien ha alcanzado un nivel más alto de madurez, siendo capaz de sentirte como otras personas que no sean tú. Has cumplido tu objetivo de hoy.
Has pasado la prueba.

lunes, 18 de marzo de 2013

Respuesta a Tarea 2. David.


¡¡Vaya unos artistas que sois!!
Muy bien encontrado todo David, muy bien los gazapos y muy bien resueltas las palabras difíciles.
El dibujo, como Alba, ¡¡de 10!!

Sólo me gustaría decirte algo, y es que se te ha escapado darle a la barra espaciadora al escribir "denada". Algo que nos pasa a todos muchasveces. ¡Uy! ¿Lo ves? ¡Muchas veces!

¡Genial chic@s!

Respuesta a Tarea 2. Alba.


Aquí dejo los maravillosos finales de Alba! 
Muy pero que muy chulo el dibujo y muy bien encontrados los gazapos y resueltas las palabras complicadas. Había otro algo más pequeño que consistía en fijarse en los días que tiene el mes de Febrero.